"Como no sabía que era imposible, lo hizo"

viernes, 11 de diciembre de 2009

Despreciable guerra


Tenía muchas expectativas contigo, tantas que daba incluso miedo. No las he perdido aún del todo –llámame ilusa–, pero estoy decepcionada.

Nobel de paz. Pensaba que se lo concedían a la gente que había hecho algo por la paz, no a la gente que tiene en mente hacerlo, o al menos eso dice –facta non verba–. De todas maneras, creo que es un buen estímulo para crear la paz, solo hay que saber utilizarlo, o mejor dicho, demostrarlo.

La guerra es un territorio donde la gente muere porque sí, donde no sabes si mañana habrá acabo, al menos para ti, y podrás volver a casa, a la paz. Es un sitio donde hay dolor, tristeza. “La guerra es un lugar donde jóvenes que no se conocen y no se odian se matan entre si por la decisión de viejos que se conocen y se odia”, Erich Hartmann.
“Ciertamente en una guerra todos somos víctimas. Los muertos y también los vivos, traumatizados por unos hechos, por unos recuerdos que marcarán indefectiblemente nuestras vidas. Pero quienes padecen la mayor crueldad, más allá de los que quedaron en el camino, anónimos bajo la tierra, son los más inocentes”, Javier Nart
“Una auténtica historia de guerra nunca es moral. No instruye, ni alienta la virtud, ni sugiere modelos de comportamiento, ni impide que los hombres hagan las cosas que siempre hicieron. Si una historia de guerra parece moral, no la creáis.” Tim O’Brian

Así que desde mi más sincera humildad y mi poco saber –y considerándolo una persona muy inteligente– le invitó a pensar, a replantearse eso de : “el uso de la fuerza no sólo es necesario sino que está moralmente justificado” o lo de “la guerra no debe glorificarse y su coste es “elevado”, pero “los instrumentos de la guerra tienen un papel que jugar para mantener la paz”.

Tal vez, lo necesario sería que todos –incluyo a gente de a pie, políticos, reyes, ricos, asépticos y religiosos, a todos– en algún momento de nuestra vida, viviera una guerra, aunque solo fuera durante diez minutos. Quizás, sería esta la única receta para que todos aprendiéramos a despreciarla.

2 comentarios:

Fidias dijo...

A mi cuando nombraron a Obama me hizo mucha gracia la reacción de los que veían en él un salvador, como si se acabara de hacer presidente de EEUU a un nuevo Ghandi. Y no se daban cuenta de que Obama es un americano de los pies a la cabeza, con cada centímetro de su organismo formado a partir de hamburguesas del MacDonald's y Coca colas, y con una moral occidental MUY arraigada.

Un abrazo =)

Nanah dijo...

Yo, a riesgo de parecer frívola, soy una de esas que piensan que las guerras son necesarias y son parte de nosotros mismos.
De la paz y el conformismo no surgen cambios, nunca. Como humanos que somos tenemos la tara natural de tener ira y hasta nuestro propio cuerpo nos prepara para la batalla.
Es una utopía buscar un mundo sin guerras. Lo es más creer que algún día será así.

La solución es ver que la guerra es algo realmente importante y peligroso.
No hacer una guerra por cualquier cosa.
Las cosas importantes son respetadas, no son un comodín.